Que el turismo responsable gana peso como una tendencia de viaje entre cada vez más millones de turistas por todo el mundo es una realidad patente. No se trata de un segmento turístico en sí mismo, sino de una filosofía de viaje en donde se busca una integración viajero-destino, con el objetivo de generar los mayores beneficios para el propio destino. No sólo a nivel económico, sino también sociocultural y medioambientalmente hablando, generando una interacción sana y un beneficio mutuo viajero-habitante local.
¿Cómo? Promoviendo a la hora de viajar la empatía con el entorno y con la población local, el viaje como fórmula de aprendizaje tanto para el que viaja como para el que recibe. Todo ello impactando positivamente en el entorno social, cultural y medioambiental, respetando la cultura local y mostrando paciencia y comprensión ante situaciones que resulten extrañas. También obviamente ahorrando recursos para minimizar la huella ecológica del viaje o ayudando a proteger ecosistemas frágiles, entre otros muchos aspectos. Así se señala en el decálogo del turismo responsable de Ecoviajeros.org, una web gestionada por el Instituto Jane Goodall España y que es una referencia en la promoción de viajes responsables, especialmente por África.
Al hilo de qué debe ser el turismo responsable, me ha llamado la atención la publicación de una colección de guías de viaje sobre turismo responsable en Europa hace pocas fechas. Gente Viajera Responsable es una iniciativa que, según la empresa editora Alhena Media, busca enfrentarse al viaje buscando “la originalidad, lo diferente, destacar lo auténtico y todos aquellos lugares que el viajero no puede perderse”. Los cuatro primeros títulos de la colección están dedicados a las ciudades de París, Florencia y Venecia, y a la isla de Menorca.
No he podido ver las guías, así que lo único que quiero hacer es una reflexión. Lo que quiero dejar claro es que para hablar de turismo responsable hace falta mucho más que citar una serie de lugares auténticos, originales o diferentes. Hace falta promover desde la perspectiva del destino un modelo de gestión que promueva un turismo sostenible a largo plazo, con la implicación de todos los actores que participan directa o indirectamente del turismo (alojamientos, empresas, administraciones públicas y población local). Desde la perspectiva del viajero, aunque pueda parecer obvio, comportamientos responsables, decisiones que promuevan un cambio y afiancen el camino hacia ese modelo de gestión sostenible. En última instancia, la participación del viajero se antoja fundamental para poder hablar de ese turismo responsable.
De las ciudades elegidas para las guías, hay un caso muy paradigmático como es el de Venecia. Seguramente se trata del espejo en el que se pueden mirar otras ciudades europeas como Roma, Barcelona o Praga, que van por el mismo camino. Sus calles aparecen abarrotadas de turistas, de todas las nacionalidades y con escasa presencia de ciudadanos locales. Cada año unos 22 millones de viajeros visitan la ciudad italiana, mientras su población apenas llega a los 57.000 habitantes. Se calcula que en 2030 no quedará ningún residente en el centro histórico y el bombardeo de cruceros es constante, en una ciudad con un peso histórico y cultural imponente en el Mediterráneo que, hoy en día, ha sido colonizada por el turismo, convirtiéndose en un escaparate hecho para el visitante.
El documental “El síndrome de Venecia” es una muestra de las presiones turísticas que sufre la ciudad y las protestas de la población local se suceden continuamente. Me temo que, en este contexto, hablar de turismo responsable implica una dimensión que trasciende las recomendaciones que pueda hacer una guía de viajes.
Cuando se habla de turismo responsable, siempre se piensa en África, Asia y América Latina pero es un modo de enfrentarse al viaje que se debe poner en práctica en cualquier destino, empezando por lo más cercano. En la colección que mencionas se comentan los diferentes planes emprendidos para implantar el turismo responsable en las ciudades de la colección y también los defectos. Se seleccionan establecimientos que han desarrollado una filosofía de apoyo al medio ambiente o que ayudan a mantener las poblaciones rurales adquiriendo productos locales; se destacan tiendas artesanas o que utilizan sedas naturales, productos procedentes del comercio justo, etc. Eso es lo que se entiende por la vuelta a lo auténtico.
Creo que corresponde también al viajero cambiar su filosofía de viaje, con ello obligará a que otros vayan en la misma línea. Y eso es lo que pretendemos con la colección Gente Viajera. Puede ser pretencioso, pero queremos poner nuestro grano de arena en ello. Alhena Media ya publicó en 2007 la primera guía en Europa sobre turismo responsable.