Que todo lo que tiene que ver con la gastronomía está de moda no es ningún secreto. Sólo hay que ver las parrillas de televisión de un tiempo a esta parte para darte cuenta de que no es un fenómeno pasajero. En términos turísticos, la gastronomía siempre ha sido un valor añadido para la oferta de un destino. Por ser soporte de la identidad local y por representar un puente tendido entre el que visita y el que recibe. Una dimensión que no entiende de idiomas, sino de gustos y paladares.
Vivimos, además, en la era de las experiencias. Frente a destinos estandarizados y paquetes turísticos encasillados y producidos en serie, los viajeros buscan vivencias que les reporten emociones perdurables en el tiempo. Más que coleccionar destinos, los turistas buscan sentir experiencias en los lugares que visitan, haciéndolas parte de sus patrones habituales de consumo turístico. Si en la ecuación metemos una dimensión de sostenibilidad turística, un viajero responsable estará dispuesto aún más a buscar este tipo de realidades, en contacto directo con los usos y modos de vida locales.
De hecho, en el Foro Mundial de Turismo Gastronómico celebrado en Euskadi por la Organización Mundial del Turismo y por el Basque Culinary Center el año pasado, ya se apuntaron algunas tendencias interesantes en este sentido. Por ejemplo, un 67% de los turistas gastronómicos compran producto local para llevárselo a sus países de origen, no ya para consumirlo en destino. Eso, para un destino como España, en donde la gastronomía y el vino suponen la motivación principal para más de siete millones de visitantes anuales, puede suponer un importante factor de dinamización económica ligado al sector agroalimentario.
No sólo eso. En el foro también se apuntó como uno de las principales conclusiones al hecho de que la gastronomía, bajo el paraguas de modelos de turismo sostenible, ayuda al desarrollo local, al consumo sostenible, apoya tradiciones y mantiene viva y rescata la cultura. El poder visitar una granja, una producción agroganadera o la interpretación de un paisaje rural a partir de sus productos gastronómicos empieza a ser un valor añadido. El agroturismo, entendido como una fórmula de diversificación de actividades agrarias, dando protagonismo a actores rurales con modelos de gestión sostenible, gana terreno cada día.
¿Y por qué todo este preámbulo? Tengo la suerte de estar participando en un ilusionante proyecto que pretende poner encima de la mesa todas estas realidades y aprovecharlas para dar a conocer un destino mágico y especial. #LaPalmaconSabor es una iniciativa del Patronato de Turismo de La Palma con la pretensión de convertirse en un eje innovador que fomente la conservación de las señas de identidad y los valores etnográficos de la isla a través de su gastronomía. Una propuesta de promoción ligada a la producción local y a los procesos gastronómicos tradicionales de elaboración, así como al patrimonio rural o los paisajes naturales y culturales asociados a dichos procesos.
Un acción, en la que se está implicando a bloggers de viaje, que pretende ser además 100% experiencial, aprovechando las posibilidades que ofrece la gastronomía en este sentido. Para ello, se han celebrado tres showcookings en Madrid, Bilbao y Barcelona (las tres ciudades en donde salen vuelos directos de la península a La Palma con Iberia Express y Vueling), con la participación de 48 bloggers de viaje en total. Unos eventos que contaron con la presencia de dos cocineros palmeros de la talla de Juan Carlos Rodríguez y Mónica Sánchez y en donde, en formato cena, se programaron actividades muy participativas. Los asistentes aprendieron algunas recetas palmeras, maridaron productos con los vinos o las cervezas artesanales de la isla, participaron en talleres y disfrutaron de otras sorpresas, siempre con un enfoque muy vivencial.
En el mes de abril, algunos de estos bloggers serán seleccionados para participar en un blog trip, con un programa de actividades que se hará a medida. Un diseño en donde la gastronomía palmera y los atributos ligados al proyecto serán el gancho para descubrir y sentir otros recursos de la isla en torno a paisajes naturales y culturales de gran riqueza, a tradiciones etnográficas por las que el tiempo no pasa y a la diversidad social que conforma el carácter identitario palmero.
Un proyecto, en definitiva, que pretende ir más allá de la mera acción promocional y trabajar en el medio y largo plazo por tejer una red activa en la isla que vincule sector primario y sector turístico. Un ecosistema de sinergias e innovación, que permita generar oportunidades socioeconómicas a partir de los valores ligados a la gastronomía palmera.