En Septiembre de 2013 me plantearon un reto, y a mí los retos me encantan, son la salsa de la vida, adrenalina pura, emoción por la incertidumbre y una lucha contra las limitaciones autoimpuestas. El reto consistía en estar 32 días en Ibiza y hacer de ello un libro de 120 páginas. Lo de 120 páginas fue más una manía mía que otra cosa, me parecía un número bastante redondo y místico. El libro tenía que estar acabado al finalizar el periodo.
Hasta ese momento nunca había acabado nada que mereciera la pena destacar. Soy muy de empezar cosas y dejarlas a medias. Quizás por esa manía que tengo de rizar el rizo y darle mil vueltas a todo. Pero esta vez el objetivo era claro, las limitaciones de tiempo y espacio me obligaban a ir al grano.